“La solidaridad es la virtud más grande del hombre, y yo soy solidario
con mis compañeros en prisión”
Comandante Néstor Cerpa C.
Estimados familiares, compañeros
todos.
Con profundo sentimiento revolucionario los presos políticos
tupacamaristas del penal Miguel Castro Castro hacemos presente nuestras
palabras en este acto político de conmemoración por los 37 días de la
separación física de nuestro compañero Jaime Armando, conocido por muchos como
Rafael, Rafa o Rafico. Su partida es un duro golpe que hirió lo más hondo de
nuestro ser. Al enterarnos que se le apagó la vida un inmenso dolor nos embargó
el alma y fue difícil evitar que se nos quebrara la voz y nuestros ojos se
inundaran de lágrimas. Habíamos perdido a un compañero que tras barrotes y
gélidos muros de concreto pasó cerca de 17 años de encierro, 4 de ellos
sufriendo la terrible ESCLEROSIS LATERAL AMIOTRÓFICA –ELA. Perdimos a un
hermano de grandes jornadas de lucha, de innumerables momentos de alegría y
satisfacción por las tareas cumplidas, pero también en ciertas ocasiones de
tristeza por el compañero ausente y de preocupación por los compañeros de otra
prisión.
Fuimos testigos –porque lo vivimos
en carne propia- que la enfermedad sólo debilitó su fuerza muscular, su
capacidad motora al extremo de convertirse en el último año en nuestro bebé
adulto, pero JAMÁS ese mal pudo doblegar sus convicciones ni sus sueños por un
mundo mejor. JAIME ES PARTE DE LA HISTORIA AÚN NO ESCRITA Y CONTADA DE NUESTRA
ORGANIZACIÓN.
La muerte nos había arrebatado a
un valioso combatiente en un mes de tradición e historia, en el mes morado del
Señor de los Milagros pero también en el mes rojo de grandes fechas
revolucionarias como la partida de los comandantes Miguel Enríquez, Ernesto Che
Guevara y Luis de la Puente Uceda, mayores referentes y exponentes de los
ideales por los cuales el compañero entregó la mayor parte de su vida en busca
de una sociedad con justicia social; esa triste mañana del sábado 27 de
octubre, los presos políticos del penal MCC, su última trinchera de lucha donde
resistió los embates de este terrible mal, donde –como él decía en una de sus
cartas- luchó “por la vida y la dignidad, con esa fe y optimismo de cristiano y
de revolucionario”, allí en el patio del pabellón 2-B, todos reunidos y frente
a ellos se resaltó su férrea convicción revolucionaria, su espíritu de
solidaridad, de fraternidad, sus cualidades de amigo, de compañero, de
excelente padre de familia, asimismo manifestamos nuestra indignación por la
política de venganza y ensañamiento de los actuales gobernantes, de los
carceleros e ineptos burócratas de la comisión de indultos que han perdido la
sensibilidad humana y burlándose más del dolor familiar pretendieron hacer
estampar la huella dactilar de su cuerpo inerte en un documento de supuesta
libertad de indulto humanitario, “indulto” que hoy se ha convertido en
certificado de defunción.
En su memoria pedimos un minuto de
silencio. Los rostros de los prisioneros reflejaban tristeza, dolor de todos
los que lo conocieron y quisimos como un Gran compañero y magnífica persona de
extraordinarias cualidades espirituales. En los pabellones políticos 2-A y 4-A
también se guardó el minuto de silencio, muchos de ellos lo conocieron
atendiendo en la biblioteca de la capellanía del penal, estudiando teología,
hidroponía, industria alimentaria, Administración en la Universidad Alas Peruanas,
en reuniones de delegaturas con el director o participando en cualquier otra
actividad. Así era Jaime: alegre, dinámico, extrovertido, filantrópico,
estudioso, persistente en sus objetivos.
Esa noche, en la sala del pabellón donde varias veces pernoctamos,
donde el sábado 18 de agosto, sentado en su silla de plástico contemplaba
sonriente a sus familiares, compañeros y amigos cantar el JAPIVERDI TUYÚ por
sus 50 años de vida; en ese lugar lleno de recuerdos hicimos un velatorio, y
sobre una mesa su sábana, su ropa y una fotografía. Es la tradición que se hace
cuando un prisionero muere detrás de rejas y candados, y Rafico murió en una
doble prisión con la particularidad y Grandeza que Él es de aquellos muertos
que Nunca mueren porque viven en la mente y el corazón de nuestro pueblo. Allí,
con las velas encendidas y con la firmeza combativa hicimos una remembranza de
su vida política, de cuando se integró al proyecto Tupacamarista, de sus
responsabilidades y condición de cuadro integral. Recordamos la batalla de
Molinos donde mostró arrojo, valentía y su alta moral guerrillera. Rafico logró
llegar al eslabón más alto que puede aspirar todo luchador social, todo
revolucionario: el ser Guerrillero, y Él fue un Gran Guerrillero Tupacamarista.
Un compañero nuestro entonó el HIMNO A LOS CAÍDOS, el que con entusiasmo y
gallardía varias veces cantó cuando recordábamos a un caído en combate, a un
compañero asesinado por el enemigo o como parte de nuestra práctica cantábamos
para fortalecer nuestro espíritu de lucha. Los compañeros de otras canteras
políticas también con énfasis recordaron sus cualidades, sobre todo las luchas
por el respeto a nuestros derechos de presos políticos y por destruir el
inhumano régimen cerrado en Yanamayo y Castro Castro en tiempos tenebrosos de
la dictadura fujimontesinista.
El poeta César Vallejo decía: “¡No es grato morir, Señor, si en la
Vida nada se deja y si en la muerte nada es posible, sino sobre lo que pudo
dejarse en la vida!”. Y nuestro queridísimo Jaime nos dejó ejemplo de lucha, de
fraternidad, de dignidad y de continuación revolucionaria por Construir una
Patria Libre, democrática, solidaria y Socialista donde todos vivamos
dignamente como seres humanos.
¡Honor y Gloria a nuestro compañero Jaime Armando!
Presos Políticos Tupacamaristas
Penal MCC
Diciembre 2012.
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