Por José Cáceres
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Este martes se parecía un poco al martes de hace 40 años, bueno casi, era en otro mes, pero era martes.
Ahora que rayo en la locura, locura que me ha hecho cuestionar muchas cosas, podría preguntarme si una pequeña cicatriz en el cerebro realmente puede provocar epilepsia y tal vez lo entienda, también podría preguntarme por qué nace el cáncer o como nació, desde que momento, o será cierto y a la vez terrible lo que postuló Malthus (filosofo economista seguidor o inspirado en Smith) en su Tesis de la población donde de una forma apoyaba o inspiraba las guerras, la hambruna y las enfermedades, para controlar el crecimiento de la población y establecer controles “positivos” de la tasa de mortalidad; alguien quizás comprendió a este ser humano y mando a construir un laboratorio aprovechando que la revolución industrial ya había generado la riqueza necesaria para comenzar a someter al mundo, esos mismos, bueno hoy sus herederos de dinero y pensamiento, muestran su sonrisa burlona en sus espejos privados y se paran frente a sus medios de comunicación escondiendo en una falsa tristeza de caballero honorable, las guerras, las bombas, sus francotiradores, sus nuevos planes de dominación y quien sabe que otras terribles cosas… “con dientes de júbilo, Norteamérica ríe” así lamentaba el poeta la muerte del Che. Tal vez el golpe de estado en Chile provoco un brindis por esos lados, por acá unos huasos burgueses cantaban una canción del “patito”.
El tiempo puso en escena a Honduras y luego a Paraguay, mientras en silencio el cáncer avanzaba mimetizado entre dólares, euros, tonos amarillos de social democracia y rostros desesperados y llenos de egoísmo de empresarios capitalistas burgueses de América latina. Ahora Se frotan las manos y con razón, las botellas de wiski ya deben estar vacías, pues la historia los avala, murió Chávez y si su referente es Chile sabrán que (como le paso a Allende) sus socios y cercanos luego se aburguesan, se olvidan del pueblo, se tratan de posicionar en la política o de entrar con un par de votos a la dirección de una empresa. Triste y vergonzoso.
Se interrumpe esta escritura cuando mi sobrino hablaba de una discusión con su pequeña amiga, de los morenos o negros y que él era blanco. Acto seguido, me acompaño “voluntariamente” a mi despacho (mi pieza). Cuando terminaba de decirle que las personas no se cuestionan ni discriminan si son blancos, negros, alto, bajos, gordos o flacos, cristianos o ateos, y que son los valores lo que uno debe observar; me pregunto, tío, Chávez era bueno o malo… al mirar sus ojos de inocencia le dije… para los malos siempre los buenos son malos, que luego le explicaría más y que Chávez realmente era un buen presidente. Cuando se iba volteó y me dijo casi gritando… Tío, yo tampoco quiero ser invisible… y recordé la imagen de la TV donde un humilde hermano venezolano gritaba con angustia…