Qué se pierde para
recuperar una democracia, qué se teme, qué se pacta, qué olvidamos…
Veintitrés años de un
statu quo, esa es la realidad, aunque si exigimos a la historia, sabemos que
son más los años en muchos aspectos; entonces ¿qué se recuperó?, o la libertad
de ir a votar es lo único que perfila una democracia. ¿A qué se teme?, si
siempre el más afectado es el pueblo y este no teme, no teme por que la
historia así lo ha “formado...”, en la Escuela Santa María de Iquique (1907),
la población José María Caro (1962), Pampa Irigoin en Puerto Montt (1969) y
otros momentos oscurecidos por los mismos de siempre. No será que el temor era
terror a perder el poder, por eso continuaron con lo creado, con sus leyes y
sus privatizaciones, y se perdonaron entre ellos porque el pueblo no les
importaba.
¿Qué se pacta?, era el
año 1989 y unos daban la despedida a una dictadura hoy llamada gobierno militar
y, otros la bienvenida a una extraña democracia; “no me tocas mi empresa (que
antes era pública) y te doy un puesto en el directorio o la gerencia luego de
que seas ministro o senador”, “no quiero extremistas que anden exigiendo
cambios, ni molestando a mi general ni sus amigos”, “la constitución es nuestro
tesoro, la dejamos en buenas manos”.
¿Qué olvidamos?…
Llegó entonces la
alegría, y con un arcoíris taparon la historia de un pueblo organizado, un
pueblo que lucho, murió, y volvió a luchar; un pueblo que se unió alrededor de
una olla común, que creo comités de cesantes, de allegados, que levanto una
barricada no con afán de destruir, sino con la responsabilidad de proteger su
vecindario y evitar los allanamientos y desapariciones de padres, madres,
hijos, vecinos… Borraron la verdad y el sacrificio de un pueblo, desapareció
así el Fortín Mapocho, La Época, La Radio Umbral, La Vicaría de la Solidaridad,
la Vicaría de la Pastoral Obrera… Todo fue como un acto de magia, y es más,
crearon una “OFICINA” (a la cual le cambiaron el nombre por consecuencia de su
“guerra sucia” al estilo CNI), obviamente para defender la democracia, (casi
una dialéctica); como si Neltume y luego el atentado, nunca hubiesen hecho
efecto en la decisión de un dictador para entregar el poder, que finalmente fue
solo un y traspaso oligárquico.
Veintitrés años han
pasado, y mientras en el metro vuelven a dar aviso que hay atraso en su
frecuencia normal, observo la rabia sumisa del hombre común y la mujer común
que día a día enriquecen la patria. Yo, demuestro un tantito de ira, al arrugar
el diario donde un senador hablaba de la constitución y el statu quo.
José Cáceres S.
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