Luchando por la Revolución Socialista.

miércoles, 21 de noviembre de 2012

El cabalgar de Tupac Amaru por el presente...

 
Desde que los españoles cortaran la cabeza al primer Tupac Amaru (Felipe) en la plaza del Cusco en 1572, tras resistir militarmente por décadas en Vilcabamba, surgió inmediata y anónima entre los indígenas la certeza que la cabeza y el cuerpo volverían a reunirse para comandar otra vez la lucha contra los invasores. Doscientos años después, la cabeza y el cuerpo reunidos capitanearon, bajo Tupac Amaru II (José Gabriel), la rebelión anticolonial más grande en América, abarcando pueblos y territorios de cinco de las actuales repúblicas, decretando la libertad de los esclavos, la abolición de todas las servidumbres y discriminaciones raciales, las autonomías locales, y la independencia.
Derrotado también, esta vez los opresores descuartizaron y repartieron muy lejos los restos para asegurarse, pero los “cholos” porfiados de inmediato aseguraron que subterráneamente sus restos se reunirían gradualmente para volver a la lucha. Desde entonces,“Tupamaro” ha sido el sinónimo de todos los miedos de los opresores, y Tupac Amaru el fantasma paciente que no descansa ni deja descansar. El último Tupac Amaru (Juan Bautista) enlazó su lucha con la de San Martín y Bolívar. Tupamaros fueron llamados los montoneros patriotas de la independencia. Tupac Amaru, en fin, ese que no se sabe bien si no estará en el rostro de cualquier hombre o mujer sencillo de la calle… esperando, esperando su momento.
En el Kollasuyo, Alto Perú, actual Bolivia, Tomás Katari, lidera un levantamiento. Julián Apaza, aymara como él, cambia su apellido al de Katari para seguir sus pasos, y su nombre al de Tupac, como el del líder quechua peruano Tupac Amaru, restutído como legítimo inca. Nace así como Tupac Katari, el aymara que, a diferencia de Tupac Amaru, no poseía ningún linaje de curaca, pero fue nombrado capitán en el Alto Perú del movimiento. Naciendo también la alianza quechua aymara, el núcleo estratégico de la confederación pluriétnica de la insurrección. No menos de cincuenta mil combatientes, una centena de batallas, en 1.500 kilómetros, a lo largo de dos años. Quechuas, Aymaras, Tobas, Chancas, Matacos, Mocovíes, Pampas, Chiriguanos, mestizos, negros, mulatos, criollos, y, según algunas fuentes, hasta algunos europeos. La tormenta perfecta tupacamarista. Derrotados, al igual que Tupac Amaru por una mezcla de errores, azares y traición, tendrán similar tormento final. “Volveré y seré millones”, profetizó Tupac Katari a su verdugos. Y no es solo una frase retórica o política, sino una verdad absolutamente material.
Katari y Amaru, significan exactamente lo mismo en aymara y quechua respectivamente, “la serpiente”, que mordiéndose la cola representa el ciclo infinito cósmico e histórico. Son los dos principales Tupac serpientes, expresiones de un solo y mismo liderazgo telúrico y espiritual panandino comandando la lucha una y otra vez hasta la victoria.
Ricardo Jimenez A.

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